Una vez más, Mar del Plata se ve sumida en el caos cuando la Unión Tranviarios Automotor (UTA) decide paralizar el servicio de colectivos. Esta vez, como tantas otras, la ciudadanía es la principal perjudicada. ¿Hasta cuándo seguiremos siendo rehenes de los intereses egoístas de los sindicatos y gremios, que priorizan sus luchas internas por el poder sobre el bienestar de la comunidad?
Hoy en día, perder un día laborable no es una opción para muchos trabajadores. El presentismo se ha vuelto crucial en un contexto económico incierto, donde cada jornada de trabajo cuenta para mantener el sustento familiar. Pero los paros de colectivos no solo afectan a los adultos que deben llegar a sus empleos; también golpean duramente a los niños y jóvenes que dependen del transporte público para asistir a la escuela. ¿Cómo podemos justificar que los más vulnerables sean los más afectados por disputas ajenas a su realidad?
La realidad es que la ciudadanía de Mar del Plata está cansada de ser víctima de estas disputas internas de la UTA. Es evidente que la falta de acuerdo salarial y la necesidad de ser escuchados son legítimas, pero ¿a qué costo se persiguen estos objetivos? ¿Acaso la solución a los problemas laborales debe ser siempre la misma: perjudicar a miles de personas que no tienen voz ni voto en estas negociaciones?
El comunicado de la UTA Seccional Mar del Plata deja entrever una falta de consideración hacia la población que se ve afectada por sus decisiones. ¿Es acaso justificable que el pueblo sea utilizado como moneda de cambio en una lucha de poder interna? ¿Dónde queda la responsabilidad social de un sindicato que debería velar por los derechos de todos, no solo de sus afiliados?
Es hora de que la ciudadanía de Mar del Plata alce su voz y exija un cambio. Es hora de que el municipio demuestre su autoridad y tome medidas efectivas para proteger los derechos de sus habitantes frente a decisiones antipopulares como las de la UTA. No podemos seguir siendo esclavos de intereses ajenos, mientras nuestra calidad de vida se ve deteriorada día tras día. La UTA debe entender que su responsabilidad va más allá de sus propios intereses y que la comunidad merece respeto y consideración en todas sus acciones.